El mono enfermo
Cuentan
que en Tetuán le sobrevino,
una noche a las doce, a un mono herrero,
por boca y narices,
un vómito de sangre repentino,
tan fuerte, que dos monos aprendices,
salieron en camisa, y sin sombrero,
por médico volando,
quedándose con él, en la herrería,
una mona, aguardando
al término fatal de su agonía.
Los dos monos hicieron
muy bien la diligencia; pero fueron
sus pasos escusados,
porque estaban los físicos resfriados.
El Doctor pierna tuerta, (alias tenaza),
dijo: vayan al Médico de casa,
y diciéndole que era un accidente
replicó: vayan, vayan brevemente.
El sabio Licenciado Boca-abierta
tenía dada orden, que la puerta
no abriesen de su casa, aunque pedazos
la hicieran, por llamarle, a aldabonazos;
Y el bachiller nombrado Pelos-rubios
dijo: que había tomado pedi-lubios;
de tal manera que, al venir la aurora,
llegando a la herrería los monitos
a darle la respuesta a su señora
la encontraron furiosa, dando gritos,
porque el enfermo ya en sueño profundo
se había ido a curar al otro mundo.
¡Quién, señores, creyera
que entre los monos médicos, se viera
tan poca caridad y amor tan poco!
Cualquiera lo creerá, sin estar loco,
porque no es menester (yo lo confieso),
El ir hasta Tetuán para ver eso.
una noche a las doce, a un mono herrero,
por boca y narices,
un vómito de sangre repentino,
tan fuerte, que dos monos aprendices,
salieron en camisa, y sin sombrero,
por médico volando,
quedándose con él, en la herrería,
una mona, aguardando
al término fatal de su agonía.
Los dos monos hicieron
muy bien la diligencia; pero fueron
sus pasos escusados,
porque estaban los físicos resfriados.
El Doctor pierna tuerta, (alias tenaza),
dijo: vayan al Médico de casa,
y diciéndole que era un accidente
replicó: vayan, vayan brevemente.
El sabio Licenciado Boca-abierta
tenía dada orden, que la puerta
no abriesen de su casa, aunque pedazos
la hicieran, por llamarle, a aldabonazos;
Y el bachiller nombrado Pelos-rubios
dijo: que había tomado pedi-lubios;
de tal manera que, al venir la aurora,
llegando a la herrería los monitos
a darle la respuesta a su señora
la encontraron furiosa, dando gritos,
porque el enfermo ya en sueño profundo
se había ido a curar al otro mundo.
¡Quién, señores, creyera
que entre los monos médicos, se viera
tan poca caridad y amor tan poco!
Cualquiera lo creerá, sin estar loco,
porque no es menester (yo lo confieso),
El ir hasta Tetuán para ver eso.
Lección
/ Moraleja
“Mordaz
crítica a los médicos”
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Al
censor de Buenos Aires
Señor
censor; mí amigo, usted no sabe
En el berenjenal que se ha metido.
Si nos lava la cara, es mal querido
De todo pensador discreto y grave
Si escribe la verdad, en cuanto cabe.
Es de todo un pedante .aborrecido;
Con que así, opino, que el mejor partido
Es meterse en su casa bajo llave.
Y aunque digan algunos rodaballos
Que es usted algo escaso de meollos,
No desperdicie el tiempo en impugnallos
Porque todos sabemos que hay criollos
Que se ponen a hacer el papel de gallos
Sin que puedan hacer papel de pollos
En el berenjenal que se ha metido.
Si nos lava la cara, es mal querido
De todo pensador discreto y grave
Si escribe la verdad, en cuanto cabe.
Es de todo un pedante .aborrecido;
Con que así, opino, que el mejor partido
Es meterse en su casa bajo llave.
Y aunque digan algunos rodaballos
Que es usted algo escaso de meollos,
No desperdicie el tiempo en impugnallos
Porque todos sabemos que hay criollos
Que se ponen a hacer el papel de gallos
Sin que puedan hacer papel de pollos
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Comerciante,
jurisconsulto y poeta bonaerense,
considerado
el primer fabulista argentino.
Obras
publicadas
Desde
mayo de 1801 hasta enero de 1802 publicó una fábula mensual en el
Telégrafo Mercantil,
Sonetos
Décimas
Fábulas