(Santiago del Estero - 1937)
Los
silencios
Los
silencios del pastor que me conmueven
de
la suave brisa sus silencios.
De
la tenue garúa que entristece
y
nutre mis sueños de lo eterno.
De
las manos callosas del labriego;
la
elevada oración de sus silencios.
Del
hombre cuando respeta al hombre
y
lo asiste a la hora del derecho.
De
los ojos tristes y serenos
de
los niños que habitan los silencios.
Los
silencios que hay en ti, cuando me ausento;
los
silencios que hay en mí cuando estás lejos.
Son
los mismos que me llaman a tu vera
con
la fuerza indomable del silencio.
Es
mi canto, tu canto y este trueno
es
el eco de todos los silencios.
Ediciones Botella al Mar, 1999.
De “Mar azul, Cielo azul, Blanca vela...” (pag. 13)
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New
York
Piedra infinita,
inexorable y fría,
te yergues implacable
ante el asombro.
La vez primera que caminé
tus calles,
con el vertiginoso ritmo
del que nunca
se detiene a razonar,
sino a turbarse.
¡Deslumbrado, casi
llegué a amarte!
Despiadada selva donde
habita
el animal más cruel, el
más pensante.
En tu orgía de vanidades
y placeres,
computarizada mole, donde
el 2000, magnificente,
con tecnológica
majestuosidad asoma
Wall Street es tu único
horizonte.
Panteón colosal en el
que moran,
muertos en vida
sustentando su obra,
en la cual nada al azar
quedó librado...
Solo el hombre.
Ediciones Botella al Mar, 1999.
Por Broadway, alto mediodía,
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Víctima
(Nueva York, 1974)
desde un lúgubre umbral
La mano temblorosa de un soldado,
con su uniforme verde, camuflado.
Reminiscencia del Vietnam infame.
Sosteniendo, entre el humo, su Cigarro
en la búsqueda del sueño placentero,
abierta herida del pasado.
De ida y vuelta el Verrazano
para retornar donde mi casa.
Por Broadway, las cuatro de la tarde,
en el umbral aún, el uniforme camuflado,
dentro de él sumido en el sopor;
vi al mismo hombre.
Un anciano de, apenas, treinta años.
De “Síntesis”
La mano temblorosa de un soldado,
con su uniforme verde, camuflado.
Reminiscencia del Vietnam infame.
Sosteniendo, entre el humo, su Cigarro
en la búsqueda del sueño placentero,
abierta herida del pasado.
De ida y vuelta el Verrazano
para retornar donde mi casa.
Por Broadway, las cuatro de la tarde,
en el umbral aún, el uniforme camuflado,
dentro de él sumido en el sopor;
vi al mismo hombre.
Un anciano de, apenas, treinta años.
Ediciones Botella al Mar, 1988.
1986 - mi tiempo - Botella al mar
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Libros
publicados
1988 - síntesis - Botella al mar
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