a Carlos Iglesias
Nunca
se sabe
cuándo
brota el llanto.
Las
lágrimas afloran
con
urgencia:
en
la evocación de una pérdida,
en
una reflexión absurda
sobre
previstos abandonos.
Adivinabas
que hay padecimietos
borrando
la sonrisa
y
hasta tu nombre entero.
Pero
te jugaste
hasta
la raíz del hueso
enamorado.
Aún
si fuera posible,
te
inmolarías en cada laberinto
de
la tarde.
Estoy
hablando
sin
piedad encubierta
y
les hablo a todos.
El
llanto purifica
la
clausura de un corazón
a
tientas.
a Walter Romero
Como
cada mañana,
en
cada tarde,
o
en el hueco nocturno
acecha
el riesgo
de
las torvas fisuras.
Al
filo de una curva inevitable,
el
hueso se separa
en
sus fragmentos
como
se puede dividir
el
trance cotidiano.
Cuerpo
escindido
a
derecha y a la izquierda
por
un desliz
a
plena luz en llamas.
Fue
un accidente
-
dicen -.
Y
se expanden tercas vicisitudes
en
su injusta medida.
El
reposo no asoma;
se
repite azarosa
la
sucesión de nieblas
y
espejismos.
Me
reprocho las turbias privaciones,
las
que persisten como un pacto abierto
en
la raíz de mis aguas profundas.
Desconozco
los dones del olvido
y
es implacable la la presencia
de
los remordimientos.
Eludí
la seducción de ávidos ojos
sin
nombre,
algunos
cuerpos tibios y al acecho
y
en la garganta opaca,
asordiné
palabras
incapaces que no escribí a su tiempo.
Con
una timidez calando el hueso,
no
acaté los designios del arrepentimiento
y
todo lo que no fue
se
escurrió entre vacíos dedos sin defensa.
Hay
muchas culpas
en
medio de precoces escombros.
Pero
esas omisiones
ignoran
las excusas.
Ediciones Botella al Mar, 2007.
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1965 Mundo desprendido - Grupo Editores Argentinos
1976 Juegos y claves - Grupo Editores Argentinos1981 Fugacidad del límite Ediciones Botella al Mar
1989 Sin atenuantes - Faja SADE - Hojas y Cuadernos de Sudestada
2003 Los diálogos del tiempo - Colección Summa Vinciguerra
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