lunes, 31 de agosto de 2015

Agüero, Antonio Esteban


(Piedra Blanca, San Luis 7/2/1917 - San Luis 18/6/1970)

CANCIÓN DEL PARA QUÉ LAS MÁQUINAS

Las máquinas existen
para que el pan,
el vino,
y el pez
se multipliquen.

Para que Tú me escuches,
y Yo te mire,
detrás de las fronteras
sobre el último límite.

Y la música sea
la que ordene países.

Y la mano del hombre
con pulgar oponible,
dibuje en la materia
el rostro de los sueños
y ensueños increíbles.

Y el cielo con la Tierra
de nuevo se mariden.

Y los salvajes vientos,
con sus pájaros libres,
recorran nuevamente
los páramos de pronto
vestidos de jardines.

Las máquinas existen
para que el mundo sea
las estrellas de hermosura
que los antiguos dicen.

Y la unidad se cumpla
y la paz se realice.

Las máquinas existen
para que un día Lázaro
otra vez resucite …

De Canciones para la voz humana,1973.

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DIGO EL LLAMADO

Y después en caballos redomones
que urticaba la prisa de la espuela
galoparon los Chasquis por las calles
de la ciudad donde Dupuy gobierna,
conduciendo papeles que decían:
"El General de San Martín espera
que acudan los puntanos al llamado
de Libertad que les envía América".
Y firmaba Dupuy, sencillamente,
con la mano civil y la modestia .
de quien era varón republicano
hasta el cogollo de la misma médula.

Y los Chasquis partieron, con el poncho
como un ala flotando en la carrera,
hacia todos los rumbos provinciales
por los caminos de herradura o huella,
ignorantes del sol y la fatiga,
sin pensar en la noche o la tormenta;
llegaron hasta el Morro por la tarde,
y por el alba cabalgaron Renca,
y entregaron mensajes en La Toma,
en La Carolina y La Estanzuela,
en la villas de Merlo y Piedra Blanca,
en el Paso del Rey y Cortaderas,
en Nogolí también y San Francisco,
en cada población y en cada aldea,
y en estancias y oscuras pulperías
y en velorios, bautizos y cuadreras,
dondequiera paisanos se juntaran
en solidaria diversión o pena.

Y los hombres dejaban el arado,
o soltaban azada o podaderas,
o la hoz que segaba los trigales,
o la taba o el truco en la taberna,
o el amor de las jóvenes esposas,
o la estancia feudal, o la tapera,
o el cedazo que el oro recogía
cuando lavaban misteriosa arena,
o el telar, o los muros comenzados,
o el rodeo de toros en la yerra,
para ir hasta el Valle de las Chacras
donde oficiales anotaban levas.
Y hasta había mujeres que llegaban,
con vestidos de pardas estameñas,
al umbral de Dupuy para decirle:
"Vuesa Merced conoce mi pobreza,
yo no tengo rebaños ni vacadas,
ni un anillo de bodas, ni siquiera
una mula de silla, pero tengo
este muchacho cuya barba empieza".

De Mendoza llegaban los mensajes
breves, de dura y militar urgencia:
"Necesito las mulas prometidas;
necesito mil yardas de bayeta;
necesito caballos, más caballos;
necesito los ponchos y las suelas,
necesito cebollas y limones
para la puna de la Cordillera;
necesito las joyas de las damas;
necesito más carros y carretas;
necesito campanas para el bronce
de los clarines; necesito vendas;
necesito el sudor y la fatiga;
necesito hasta el hierro de las rejas
que clausuran canceles y ventanas
para el acero de las bayonetas;
necesito los cuernos para chifles;
necesito maromas y cadenas
para alzar los cañones en los pasos
donde la nieve es una flor eterna;
necesito las lágrimas y el hambre
para más gloria de la Madre América…"

Y San Luis obediente respondía
ahorrando en la sed y la miseria;
río oscuro de hombres que subía,
oscuro río, humanidad morena
que empujaban profundas intuiciones
hacia quién sabe qué remota meta,
entretanto el galope levantaba
remolinos y nubes polvorientas
sobre el anca del último caballo
y el crujido final de las carretas.

Y quedaron chiquillos y mujeres,
sólo mujeres con las caras serias
y las manos sin hombres, esperando…
en San Luis del Venado y de las Sierras.

De "Un hombre dice su pequeño País

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DIGO LA MAZAMORRA

La Mazamorra ¿sabes?, es el pan de los pobres,
la leche de las madres con los senos vacíos,
yo le beso las manos al Inca Viracocha
porque inventó el Maíz y enseñó su cultivo.

Sobre una artesa viene para unir la familia,
saludada por viejos, festejada por niños,
allá donde las cabras remontan el silencio
y el hambre en una nube con las alas de trigo.

Todo es hermoso en ella: la mazorca madura,
que desgranan en noches de viento campesino,
el mortero y la moza con trenzas sobre el hombro
que entre los granos mezcla rumores y suspiros.

Si la quieres perfecta busca un cuenco de barro,
y espésala con leves ademanes prolijos
del mecedor cortado de ramas de la higuera
que en el patio da sombra, benteveos, e higos.

Y agrégale una pizca de ceniza de jume,
la planta que resume los desiertos salinos,
y deja que la llama le transmita su fuerza
hasta que asuma un tinte levemente ambarino.

Cuando la comes sientes que el Pueblo te acompaña
a lo largo de los valles, por recodos de ríos,
entre las grandes rocas, debajo de cardones
que arañan con espinas el cristal del estío.

El Pueblo te acompaña cada vez que la comes,
llega a tu lado, ¿sabes?, se te pone al oído
y te murmura voces que suben a tu sangre
para romper la niebla del mortal egoísmo.

Porque eres uno y todos, comiendo el alimento
de todos, en la fiesta del almuerzo tranquilo;
la Mazamorra dulce es el pan de los pobres,
y la leche de la madre con los senos vacíos.

Cuando la comes sientes que la tierra es tu madre,
más que la anciana triste que espera en el camino
tu regreso del campo, la madre de tu madre,
-su cara es una piedra trabajada por siglos-.

Las ciudades ignoran su gusto americano,
y muchos ya no saben su sabor argentino.
Pero ella será siempre lo que fue por el Inca:
nodriza de los Pueblos en el páramo andino.

La noche en que fusilen canciones y poetas
por haber traicionado, por haber corrompido
la música y el polen, los pájaros y el fuego,
quizás a mi me salven estos versos que digo.

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CAPITÁN DE PÁJAROS

Yo, Antonio Esteban Agüero,
capitán de pájaros,
general de livianas mariposas,
estoy en Buenos Aires,
la capital del Plata,
para ser presidente
y organizar la Patria.

Detrás he dejado
los pueblos que me siguen,
ejército de alondras,
la división blindada de los cóndores,
las águilas que saben del sabor de la piedra,
calandrias,
chalchaleros,
chiriguas mañaneras,
los secretos lechuzos que me pasan
la información del día y de la noche.

Tengo un millón de caballos
¿Escucháis su relincho?
Que rodean la urbe por sus cuatro costados,
sus jinetes son muertos de Facundo,
son muertos de Ramírez,
montoneros del Chacho
sableadores de Pringles,
domadores,
remeseros,
rastreadores,
guitarreros,
espectrales jinetes que cabalgan
mi millón de caballos.

Les ruego que se rindan
que depongan las armas,
que guarden los tanques,
y encierren los cañones,
porque mañana a mediodía
quiero estar en la Plaza de Mayo
sobre viejos balcones del Cabildo
para ser presidente y
prestar juramento:
por los ríos de sangre derramada,
por los indios y los blancos muertos
por el sol y la luna,
por la tierra y el cielo,
por el padre Aconcagua,
y por el Mar oceánico,
y por todas las hierbas y los bosques,
y por todas las flores y los pájaros,
y por el hambre de los niños pobres,
y la tristeza de los niños ricos,
y el dolor de las jóvenes paridas,
y la agonía de los viejos ..…
Juro
Yo juro.
Hacer de este país la Patria.
Ordeno que se rindan
porque mañana a mediodía
entraré en Buenos Aires.
Tengo un millón de caballos
¿Escucháis su relincho?
Nadie podrá atajarme.

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Poeta, prosista y escritor

Libros publicados

1937 - Poemas lugareños
1937 - Romancero Aldeano
1939 - Pastorales
1946 - Romancero de niños -
1953 - Cantatas del árbol - Anello
1972 - Un hombre dice a su pequeño país – Francisco Colombo - OP
1973 - Canciones para la voz humana – Anello – OP
1978 - Poemas Inéditos - OP
1999 - Agüero: hombre, naturaleza y sociedad – Fondo Editorial
            Sanluiseño Tomo I y II OP

Premios

1960 - el diario Clarín de Buenos Aires otorgó al poeta el Premio del
            Sesquicentenario de la Revolución de Mayo a su poema
            "Un hombre dice a su pequeño país", por voto unánime de los tres
             jurados, Jorge L. Borges, Enrique Larreta y Fermín Estrella Gutiérrez
1970 - recibió el título de Doctor Honoris Causa Post-Mortem de la Universidad
             Nacional de San Luis.

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