(Quilmes,
Buenos Aires 16/7/1928 - Buenos Aires 15/1/2014)
Réquiem
pagano para la china Chin Jaen
y
para todas las scheherazadas árabes que agonizan
noche
tras noche en la penumbra de los cuentos
Dulce
muchacha de ojos rasgados perfumada de nipa, kadamba y ketak ia,
perfumada
con el almizcle de la lluvia,
muchacha
de cuerpo amarillo y sabor de aguardiente.
Yo
imagino ese cuerpo tuyo con pezones como granadas rotas
en
el sol del mediodía,
ese
cuerpo amasado por las fresias doradas de la alquimia
y
por las sabias serpientes portadoras de esas mieles y esa leche
que
eran tus frágiles brazos curvados por el peso del panal
y
la crema de los lirios.
Dulce
enamorada de los pájaros de oro de las vetas de las montañas
y
del fuego de los volcanes.
Tu
piel quería acariciar la piel de tus amantes
como
acarician los dedos sutiles los pétalos azules de los lotos.
Después
llegaron las rosas negras del verdugo.
No
se consagraron para ti las nupcias de la primavera
ay
bailarina núbil;
tu
corazón era un cántaro,
un
cántaro melodioso
y
el carmín fénix de tu rostro una magnolia de aves amarillas,
y
el llanto de tu negra y larga cabellera de jazmines de luto
y
el azúcar de tu carne
la
caricia, el gozo, la sinrazón de las telarañas del aguacero
que
hacía florecer los espinos blancos
cubriéndolos
con ojos de gacela asustada.
A
medianoche te asesinaron
¿Fue
a medianoche?
Y
quedaron tus caderas de náyade deshojándose
entre
la pedrería de tu vestido,
entre
las oropéndolas y las lunas delgadas como hostias,
entre
las arañas tejedoras de sueños, en el bambú, en el arroz
y
en los tóxicos borgianos.
El
lecho voluptuoso donde tus amantes te besaron
y
te mordieron suavemente,
siguió
siendo un lecho sin cantos, una voz que se lamenta
cuando
tu sombra lo roza, cuando el amor te llama
y
tú desgranas eternamente las perlas de Cri,
la
diosa que hace florecer a los almendros.
Hermana
mía infortunada
que
amabas el vino, las especias y los aceites aromáticos,
que
eras de cristal y de nenúfar
y
a quien imagino pálida,
jugando
con guirnaldas de azucenas,
derramando
todo el fragante polen de sus cálices en tu pubis,
entrelazándolas
entre tus muslos,
riendo
con ellas como con largos collares
de
un verde esmeralda,
de
ese verde del trébol, del musgo y de la sonrisa de los
adolescentes,
para
ti he escrito este Réquiem, un Réquiem desesperado
loco,
desnudo.
Un
réquiem para las hijas de Dionisos.
Porque
fuiste una reina yo te amo.
Porque
no aceptaste vivir detrás de las murallas yo te amo.
Quiero
creer que las plañideras tenían lágrimas heladas en sus pupilas
cuando
te asesinaron.
Pequeña
mía, bella mía decapitada
antes
de cumplir los treinta y tres años.
Yo
sé que querías bailar tus danzas sin velos
en
las arenas de todas las playas,
en
el claro de todos los bosques llameantes.
Yo
sé que querías amar y no obedecer
porque
sabías que los pies tienen alas
y
no soportan las zapatillas de la tortura
como
no soportan las luciérnagas
vivir
encarceladas en una caja de diamante.
Yo
te canto una canción dolorosa hermana
Yo
canto tu lucha y tu derecho al placer,
canto
a tu cuerpo y a tu alma.
Hermana
que al comenzar el siglo XX
te
fuiste a la comarca de las grullas y de los flamencos rosa
agridulces.
Ahora
estarás cantando y danzando centelleante
en
alguna galaxia desconocida.
Por
todo esto yo te amo, hermana niña,
cisne
de cuello cortado,
pastora,
princesa
que navegas enloquecida por los manantiales
del
deshielo.
Es
por todo esto que yo te amo.
De
La diosa de las trece serpientes (pag. 57)
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CARMEN
EN EL ESPEJO
Mi
hermana pisa las arenas de la playa
camina
hacia la casa marítima
con
sus piernas aladas de un rosa trémulo
camina
hacia la tumba sin nombre
que
contiene mis huesos.
Ella
conserva la inocencia cruel
y
el apetito ciego de los hombres,
ella
conserva todo el extravío del sacrilegio
en
una tierra sin premios ni castigos.
Porque
la fuerza del azar es caprichoso
sus
culpas la engrandecen.
De
La Bota Literaria Nro. XIII, 2003 (pag. 4)
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MASCULINAS
FEMENINAS
Eco
religioso de la violación,
reflejo
de la luz mala en los trenes del regreso,
desdoblamiento
de los caminos interiores,
inocente
viajera tu lumbre fue apagada por la tormenta,
dios
mató a eva en la noche de los tiempos
eva
su madre su esposa su hermana;
tu
laberinto está tapizado con fragmentos de espejos,
duermes
entre la hiedra de la noche como un fruto
antes
del nacimiento
imagen
desnuda en el sexo del azogue,
los
continentes se te han revelado;
en
el mundo secreto de los diamantes
tu
cara tenía una piel nueva y ajena,
asombro
en los ojos,
sedientos
escondites en los zapatos gastados
sorpresas
en el iris de los ángeles,
todos
los soles callados del Amadís de Gaula
en
el juego sangriento del gato y los ratones,
dolor
en la intimidad súbitamente ultrajada,
y
un táctil delirio de dulces epidermis
en
las cavidades de la luz, en el agua subterránea,
recostadas
como tú,
perezosamente,
en la hierba.
De
La diosa de las trece serpientes (pag. 52)
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Integrante
al grupo surrealista argentino "Signo Ascendente"
Libros
publicados
1958
- Retrato en la cascada
1980
- Bodas – Ediciones Lorraine
1983
- Morgana o el espejismo – Signo ascendente
1986
- La diosa de las trece serpientes – Filofalsía
1987
- lilith – signo ascendente
1992
- la luna negra de Lilith - Libros del empedrado
1993
- Melusina o la búsqueda del amor extraviado - Libros del empedrado
2004
- Antología de la Poesía Cósmica, Tanática y Alucinógena de
Carmen Bruna
Premios
1979
- Primer Premio Lorraine por el libro Bodas
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