Una cosa nombrada es una cosa muerta,
y muerta porque está separada.
Artaud
No
es lo correcto
sin
esta intensidad no se podría.
Es
inútil insistir
llueve,
pero podría no llover.
En
la despótica discursividad de un mundo
sin
filiación
lo
correcto sería entonces dejar
el
heliotropo en el perú.
Contingencia
necesaria del morir.
Dejemos
pues el heliotropo allí
en
el falo solar del dios invicto.
¿Las
rosas?
Elipsis
de una perplejidad lunar.
Pero
si un día he de morir
que
sea en el perú
pero
si nunca muerte alguna me llama
como
el heliotropo quiero vivir
en
tu jardín, tendido al sol,
dominado
por la gula y la crueldad.
De
99 nubes
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En
ese campo pastan los hambrientos
con
la caída del sol, bajo las estrellas,
cuando
despunta el alba, encendidos
por
el filamento del mediodía,
pastan
allí en todo momento, fatigados
pero
sin claudicar, pastan incluso cuando la
extenuación
los echa en tierra y el sueño
los
sume en un lago muerto.
Así
son los sueños de los hambrientos
que
no cesan de pastar.
Carecen
de memoria de saciedad
por
lo que abundan en un hambre eterna.
Es
un campo rico en pastos blandos
y
pastos duros
pero
los hambrientos no hacen distinción.
Los
pastos de ese campo crecen
en
igual proporción en que son cortados
por
la voracidad hambrienta de los hambrientos.
El
pasto allí nunca escasea.
Que
se den por contentos los hambrientos
(jamás
por satisfechos)
y
que pasten por siempre en paz.
El
buen pastor vela
por
realización sempiterna de sus pasturas.
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de una maquinita amatoria conservo registro.
De un pensar almacenado habiendo
pensado antes de adquirirla
legítimamente.
Más humano aún que la mirada última de quien no vuelve
o ya no reacciona frente a determinados estímulos.
Más humanos que un corazón de madre
en condiciones adversas. El gesto,
al accionar el dispositivo,
enternece a las gentes de fe.
Fe en el músculo, en la mesura,
en el vano esfuerzo de trazar la bisectriz sin bisturí.
Entonces las cosas poseen un sentido
al que sólo la mecánica atiende. La mecánica
de los cuerpos opacos, de los soplos neumáticos, en fin...
Más que algo activado en la opacidad
y debidamente combustionado...
Así funciona.
La configuración celeste, la paciente construcción de esa ilusión
que,
al distanciarse del efecto visual de su virtual mecánica,
de su reflejo
y de lo invisible descendente
con aparatos y aparejos sin dios ni esperpentos
se contrae legítima,
fehacientemente.
De Mixtión
Mar Azul. Cielo Azul. Blanca Vela... (pag. 38)
Ediciones Botella al Mar, 1999.
Libros publicados
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Fue
editor de la revista de literatura “La papirola” y del sello del
mismo nombre.
1987
Trogloditas
1988
Yo escribía un poemita
1989
El relumbrón de la claraboya - Último Reino
1989
Las purpurinas - Último Reino
1989
Madagascar - Último Reino
1992
El océano
1995
Elíptica del espíritu
2014
Mixtión - El jardín de las delicias
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