
I
Ciudad
de Buenos Aires, valerosa,
Fiel,
leal, y constante en sumo grado,
Que
has sufrido con alma generosa
Los
contrastes de un tiempo desgraciado:
Recuerda
ahora el momento en que orgullosa,
Esa
terca nación que te ha injuriado,
Te
acometió otra vez con arrogancia
Y
se estrelló de nuevo en tu constancia.
II
Los
obstinados anglos intentando,
Ganar
de nuevo esta ciudad constante,
Su
gran convoy acercan, anhelando
Desembarcar
sus tropas al instante.
Nuestras
bravas legiones observando
El
desembarque ya hecho, aunque distante,
Se
previeron y animan al momento
A
frustar del britano el fiero intento.
III
El
bravo Whitelocke reforzado
Con
tropas de la Europa, se avanzaba
Hacia
esta capital, muy confiado
En
las grandes columnas que mandaba,
Pero
este pueblo fiel que preparado
En
el Dios de sus padres esperaba,
Sale
como un león al descubierto,
A
derrotar al anglo en campo abierto.
IV
El
britano sagaz, que había intentado
Entrarse
en la ciudad sin resistencia,
Atraviesa
el Riachuelo, apresurado,
Para
lograr del ejército la ausencia.
Marcha
por entre quintas, denodado,
Con
veloz paso y grande diligencia,
Para
entrar por las calles hasta el Fuerte,
Mas,
presto se encontró con fuego y muerte
V
El
General Liniers, cual bravo Marte,
Atravesó
las quintas por el centro
De
sus bravas legiones, sólo parte
Pudo
al Anglo salir al duro encuentro,
Y
en lo de Miserere, sin baluarte
Batiéndolo,
le impiden entrar dentro,
Cuya
acción, arriesgada y atrevida,
Libró
la capital de ser perdida
VI
Con
estos valerosos campeones,
También
llegaron, (¡qué oportunamente!),
Un
trozo de artilleros con cañones,
Que
a los Anglos batieron de repente:
Poco
duró la acción, pero a montones
Tuvo
muertos y heridos de su gente,
Ese
fiero britano que venía
A
cubrirnos de males aquel día
VII
Esta
acción, repentina y arriesgada,
Costó
la vida a algunos valerosos;
Pero,
tan digna sangre derramada,
Produjo
efectos grandes, prodigiosos;
Pues,
aterrado el Anglo en su jornada,
Al
encontrar los nuestros animosos
Que
tal estrago hicieron en su gente,
Desistió
de su entrada prontamente.
VIII
Los
bravos batallones que pudieron
Alcanzar
a los anglos en su encuentro,
Y
los demás guerreros que corrieron
A
impedirles el paso para adentro,
Todos
en retirada se pusieron,
Replegándose
pronto para el centro
A
socorrer la plaza en tal conflicto,
Mostrándose
así el pueblo siempre invicto.
IX
Aquesta
retirada presurosa
Fue,
en aquella ocasión inevitable,
Siendo,
por otra parte, ventajosa
Y
de una utilidad imponderable;
Pues,
en aquella noche congojosa,
Noche
de turbación inexplicable,
Se
reunieron adentro las legiones
A
defender la patria cual leones.
X
Los
días tres y cuatro, se pasaron
En
reforzar la plaza y abrir fosos,
Y
en la muchas guerrillas que trabaron
Con
los anglos los nuestros animosos.
Estos,
con tal denuedo pelearon,
Que
al Britano le hicieron mil destrozos,
Ensayándose
así con tanta gloria,
Para
obtener el cinco la victoria
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OCTAVAS
I
Venid
pueblos, oíd atentamente
Lo
que nos ha asombrado y aturdido,
Lo
que de todo racional viviente
Apenas
hoy pudiera ser creído.
Pero,
como el gran Dios omnipotente,
De
aquesta maravilla autor ha sido,
Desaparece
todo lo imposible
Y
cuando acá en lo humano era increíble.
II
Y
tú, pueblo argentino, que afligido
Con
disgustos, zozobras y tormento
Ese
terco britano te ha tenido,
Sin
dejarte reposo ni contento,
Olvida
ya el quebranto que has sufrido
En
tan duro y cruel padecimiento,
Al
ver el resultado de aquel día,
Que
al Perú ha llenado de alegría.
III
Los
duros anglos otra vez vinieron,
Y
sus grandes columnas acercando,
Hacia
la capital se dirigieron,
Fuego,
estragos y muerte fulminando.
En
el cinco de Julio acometieron,
La
ciudad por mil partes atacando;
Pero
el pueblo leal, fuerte y constante,
Al
britano derrota en un instante.
IV
Cual
tigres de la Hircania enfurecidos
Nuestros
bravos guerreros peleaban,
Por
calles y azoteas repartidos
Con
los fieros britanos que avanzaban.
Así,
por todas pates perseguidos,
En
las casas y patios se emboscaban;
Y
acosados del fuego y los aceros,
Los
anglos se entregaban prisioneros.
V
El
hórrido semblante de la muerte
A
los tristes britanos perseguía;
Su
guadaña los hiere de tal suerte,
Que
las calles volvió carnicería.
Tal
fue el valor de aqueste pueblo fuerte,
Resistiendo
a los anglos aquel día;
Whitelock
capitula, y diligente
Se
embarca con los restos de su gente.
VI
Valerosas
legiones, ya vencisteis
De
esas tropas britanas la osadía,
Cuando
el cinco de Julio resististeis
Con
firmeza, denuedo y valentía.
La
patria y religión que defendisteis,
Harán
siempre recuerdo de aquel día,
Y
el anglo, destrozado y aturdido,
Llorará
eternamente haber venido.
VII
¿Y
quién sino el Dios omnipotente,
Librarnos
pudo en lance tan temible,
En
peligro tan grande e inminente,
Cercados
de una hueste tan terrible?
Sí;
el Señor nos libró, pío y clemente,
Dándoos
una victoria tan plausible;
Y
ha salvado a su pueblo en este día,
A
este su pueblo fiel que en él confía.
VIII
Así
la patria se transporta en gozo,
El
Continente llora de alegría,
El
Soberano oirá con alborozo
Todo
lo que su pueblo obró este día;
La
santa religión que un gran destrozo
En
los fieles y altares se temía,
Rebosa
ya en placer, en gozo tanto,
Y
practica tranquila el culto santo.
IX
Así,
gran Dios, a ti se dé la gloria
Pues,
a tu amado pueblo, que afligido
Te
imploraba, le diste la victoria,
Quedando
el anglo absorto y abatido.
De
tanto beneficio, la memoria
Será
eterna, en tu pueblo agradecido,
y
a ti acudiendo en sus necesidades,
Hallará
siempre prontas tus piedades.
X
Y
vosotros ¡oh! ¡víctimas leales!,
Muriendo
por tal causa conseguisteis
Una
gloria inmortal en los anales
De
aquesta religión que defendisteis,
Ella
dirigirá sus siempre anuales
Sacrificios
al Dios por quien moristeis;
Y
al rendirle sus gracias y loores,
Jamás
olvidará sus defensores.
XI
Y
vosotros también, ¡oh valerosos
Guerreros
de la patria, que aún con vida
Os
halléis al presente, muy gozosos,
Al
ver ya la victoria conseguida!
Esforzad
esos pechos animosos
A
favor de la patria defendida,
La
que al Señor por tanto beneficio,
Alaba
y pide os mire muy propicio.
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Escritor,
sacerdote, abogado y catedrático
Obra
literaria
1790
- Novena del glorioso San Martín Obispo, Patrón Principal
de
la muy Ilustre y Noble Ciudad de la Santísima Trinidad
1806
-Romance heroico sobre la reconquista - Imprenta Niños expósitos
1807
- La gloriosa defensa - Imprenta Niños Expósitos
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